COMENTARISTA INVITADO EN VLTRA!COMICS: DOCTOR VERTIGO
Mi amigo Renso, el de CARBONCITO, me hace cada pregunta...Se interesó por mis preferencias cinematográficas, vaya Dios a saber por qué, y se puso él solito en la incómoda situación de tener que soportar uno de mis discursos. Lo siento por él. Y pensé que talvez sería el momento de solicitar la ayuda del Doctor Vértigo. El no sólo conoce mis gustos, los comparte. Y como me lleva la delantera, me he dejado arrastrar por él en la aventura de corromper los sentidos, bañándome en la luz enferma del cine que el mundo desprecia. Y con razón. Si alguien puede hablar sobre el mal cine, es el Doctor Vértigo
-Cairo
MAL de CINE
con el Dr. Vértigo
( maldecine@yahoo.es )
Alguien ve una película incuestionablemente mala-- tan MALA, estúpida e incoherente que sólo podría haber nacido de la mente creativa más transtornada-- y abandona la sala de cine, o cambia de canal. En pocos minutos, el recuerdo de la película se diluye, sin dejar rastros ni consecuencias. Pero hay otra persona que, viendo exactamente la misma película, queda transformada. Lo que acaba de sucederle no puede ser descrito, prosaicamente, sólo como "ver una mala película." Ha sido una EXPERIENCIA completa. Rotunda. Definitiva. Irreversible.
La "adicción" al MAL CINE es la única adicción que cumple con el mito popular ( y advertencia de todas las madres ) de tomar posesión de su víctima al instante. Uno no puede habituarse al MAL CINE de manera progresiva. No es una preferencia que se cultive y se eduque. Es una obsesión colosal que aplasta cualquier llamado a la cordura, o invocación al buen gusto. Es que el adicto sabe perfectamente que SU tipo de películas es indefendible. Es el desafío a todo lo bueno, digno y elevado del cine bueno, digno y elevado lo que excita sus más bajas pasiones cinematográficas. Y esto, sólo para empezar. Hay muchas "cualidades" del mal cine que cada adicto percibe, registra, y que favorece por encima de otras: EL MAL CINE ESTA EN LOS OJOS DE QUIEN LO SABE VER.
No hay una explicación satisfactoria para el nacimiento, desarrollo y persistencia del "MAL DE CINE" en los individuos que manifiestan esta inclinación, pero una manera de presentarlo es comparándolo con una PARAFILIA. Al igual que con los hábitos sexuales a los que nos referimos con ese término, quien "padece" el Mal de Cine lo asume en toda su perversa singularidad. No busca reconocimiento ni aceptación, ni siquiera complicidad, porque, como el oficio del dibujante de comics, el Mal de Cine es, esencialmente, un vicio solitario. Ver cine es una rutina social, componente de un sistema de ritos gregarios que hacen de él un espectáculo de masas. Se va al cine acompañado o se comparte la experiencia posteriormente con otras personas, con las que se busca conectar, encontrar en ellas a nuestros iguales, completar los circuitos de sociabilización, sentir la recompensa de ser parte de una colectividad reunida en torno a una preferencia "culta" o "popular," un universo conocido que excluye al cine verdaderamente marginal. No una vanguardia extrema y elitista. Ver MAL CINE, realmente VERLO, ser poseído por él, es pertenecer a una retaguardia sórdida ( qué imagen ) en la que ni el cine como espectáculo escapista, ni el cine indiscutiblemente artístico, tienen cabida, o significado, y que está compuesta por tan pocos individuos que es imposible poder hablar de una corriente, estilo o escuela. No existe un canon para el mal cine. El mal cine esta hecho en, y por, la mirada aislada de esos pocos que vemos distinto. Que vemos MAL.
malas películas y MALAS PELICULAS
Ciertamente, hay un cine poblado de películas convencionales, predecibles, formulaicas* y a las cuales, quienes sabemos VER, alcanzamos a describir sólo como "malas." Malas como hay tantas, del montón, anodinas, tan lejanas de nuestra sensibilidad como las "buenas" películas. A las malas películas se les nota el esfuerzo. Tienen ambiciones, pretensiones. Quieren ansiosamente ser un cine al que le corresponda un público normal ; no exigente, estúpido e ignorante, sin duda, pero normal. Al MAL CINE pertenecen películas que han cruzado un límite. Todos los límites. Mientras que una mala película permanece ceñida a la prudencia autorregulatoria de su autor o autores ( invariablemente una banda de mercaderes, más que un creador independiente ) , para no permitirse veleidades artísticas y mejor servir a ese público normal-ideal, una MALA PELICULA es una monstruosidad con voluntad, instintos y caprichos propios, una entidad espantosa que escapa de las manos de quien la crea, viaja, y anida en la conciencia pervertida de su impresentable "público." El empeño crudamente comercial de cualquier mala película es una preocupación insignificante, un juego de niños, para el creador de una MALA PELICULA. El propósito que lo anima es siempre grosero, vilmente comercial y anti-artístico, que nadie dude por un instante de su venalidad, pero a diferencia de aquello que se conoce como "producto," una MALA PELICULA no es complaciente. Es confrontacional. Talvez el mismo autor no sea enteramente consciente de ello, pero una MALA PELICULA tiene que brotar desde la oscuridad de una profunda ruindad intelectual, moral y estética. Y si algo funciona MAL en quien hace una MALA PELICULA, algo está peor en quien la SABE VER.
Boceto para una historia del MAL CINE
No sería justo hablar de MAL CINE en los primerísimos años de la "curiosidad científica" inventada por los Lumiere. Era demasiado pronto para exigirle coherencia, estructura o belleza a esa nueva forma de comunicación que, en su estado rudimentario, simplemente se esforzaba por no ser olvidada como una novedad pasajera. El cine pornográfico, visto en todo su potencial meretricio desde el día uno de la cinematografía, es un fenómeno paralelo, más marginal todavía, y con características fundamentales que lo separan del MAL CINE. Para empezar, y eso lo diría todo, era ilegal, subterráneo como ningún otro cine, perseguido pero irreductible. El MAL CINE ( que propiamente tomaría forma a medida que el cine se definía como lenguaje visual y como espectáculo comercial masivo ) siempre tentó a la censura, pero no lo suficiente para que su juego lo limitara a la media luz de unos cuantos burdeles, o la oscuridad de fiestas de solteros adinerados. El MAL CINE, por comparación, tiene un origen casi ingenuo y provinciano. Fue el puritanismo de las comunidades rurales de Norteamérica, entre cuyos pliegues subconscientes reposan los sueños más pervertidos, el que hizo posible la supervivencia del MAL CINE.
Dwain ESPER ( creador, en los años 30, de imbecilidades monumentales como "Narcotic," "Maniac," o "How To Undress In Front Of Your Husband" ) , conoció a ese público perfectamente: el granjero que , después del servicio religioso del domingo, dejaba a su familia en el circo y se daba un tiempo para disfrutar, al lado, de una exhibición de fenómenos, o los merecimientos de una bailarina exótica. (De)formado por sus años como empresario y organizador en el circuito infame de los "freakshows," Esper llevó todo lo aprendido al campo cinematográfico, especialmente a la promoción escandalosa, hiperbólica y sensacionalista de su espectáculo, porque, si algo supo siempre explotar hasta los extremos más delirantes, fue aquella antigua máxima del marketing que dice "vende el olorcito, no el churrasco." Era la invitación a presenciar algo tan inimaginablemente atroz, procaz, repulsivo,desviado o inmoral ( para ese público rústico ) lo que en realidad vendía Esper, y otros como él, y otros muchos después de él. Toda la operación cinematocarnavalesca de Esper estaba organizada siguiendo el modelo de las "ferias de atrocidades" en las que se inició : presupuestos minúsculos, exhibición estilo "roadshow" en regiones rurales o distritos marginales de ciudades mayores, carteles, afiches y fotos que ofrecían muchísimo más de lo que realmente entregaba, y la estrategia de adecuarse a los rigores o negligencias de las autoridades locales. Cualquiera fuera el tema, mientras fuera sórdido o de mal gusto, Esper estaba dispuesto a explotarlo. Drogadicción ( con la descripción cuidadosa y didáctica de cómo inyectarse heroína ) , partos ( sí, ver la cabeza de un niño salir por la vagina dilatada de mamá era un espectáculo, a falta de pornografía disponible ) , o canibalismo ( si las nativas exhibían las tetas mientra masticaban, pues mucho mejor ), podían disfrazarse como material educativo o de denuncia y circunnavegar a la censura de la época. Señalar el pecado, desnudar el vicio, pero describirlo ( y celebrarlo ) con meticulosa delectación. Bienvenidos al "CINE DE EXPLOTACIÓN."
El cine de Esper y demás rufianes como él, y a quienes estaremos eternamente agradecidos, encontró su habitat antinatural en las grietas y olvidos de las regulaciones represivas que sometieron al cine norteamericano durante medio siglo. Hasta los años 20, el cine hecho en los EE.UU. se había permitido demasiados excesos, segun las ligas puritanas de defensa de la moral ( viejas con influencia ) y la iglesia católica ( alcohólicos pedófilos ), y había que tomar medidas severas, básicamente, decidir lo que los adultos podían, o no, ver en una pantalla de cine. El estricto y ridículo Código Hays, concebido por una corriente ultra represora a la que la sociedad norteamericana obedece cíclicamente ( la Ley Seca se aplicó con furia durante esos años ) fue asimilado como mecanismo de autocensura por los grandes estudios, quienes tenían mucho más que perder si los gobiernos locales y federales decidían ser los que aplicaran las regulaciones. Pero el alcance, o celo, del Código sólo le apretaba el lazo a los mayores ( 20th Century Fox, Paramount, MGM, Warner Brothers, RKO ) , los que entretenían a la mayor parte de la población norteamericana, permitiendo a los productores independientes, por periféricos, moverse con algo más de libertad. Pero no demasiada. Ser independiente en aquellos años, en Norteamérica, significaba tener acceso sólo a salas de cine también independientes, que no eran de propiedad de los grandes estudios ( hasta 1948, estos constituían monopolios completos, con sus propios sistemas de distribución y teatros ) y que los limitaba a ciertas áreas y regiones del país. Estableciéndose en las márgenes de la industria, ahí donde la presión de la censura se sentía menos, en los cientos de pequeños pueblos de las zonas menos desarrolladas, los más independientes de los independientes, como Esper, hicieron negocio, y la historia turbia del MAL CINE.
De la insalubre astucia y total orfandad de talento de Dwain Esper, nos han llegado joyas improbables del MAL CINE como la mencionada "MANIAC" ( 1934 ), un ejercicio de indescriptible ineptitud cinematográfica en el que la torpeza adquiere reales niveles de depravación. Decir que la película "es acerca de algo," sería concederle a esta un atisbo de dignidad ajena totalmente a las motivaciones de Esper ; "MANIAC" es un encadenamiento bruto de escenas "dramáticas" y viñetas "informativas" con el asunto de la demencia, y sus variadas manifestaciones, como excusa para un espectáculo que no se diferencia mucho de aquellos genuinos "freakshows" que a Esper le sirvieron de escuela. No satisfecho con rebajar el nivel del cine sólo dirigiendo sus propias películas, a Dwain Esper le corresponde el indiscutible honor de haber lanzado contra el mundo una de las más célebres películas de explotación : "REEFER MADNESS," algo así como la madre de todas las MALAS PELICULAS. Aunque no fuera la primera de ellas, "REEFER MADNESS" ( "Locura del Troncho" ) ha solidificado en la imaginación de los adictos al MAL CINE como su máximo epítome y ejemplo. El título original era "TELL YOUR CHILDREN" ( "Cuéntele a sus Hijos" ) , fue dirigida por Louis Gasnier en 1936 ( el mismo año en que Esper roleó "MARIHUANA" ) , y financiada por alguna asociación religiosa para servir como advertencia a los padres sobre los efectos perniciosos de la cannabis. A poco de ser filmada, fue adquirida por Esper, quien le introdujo gratuitas y caprichosas escenas "sexuales," la rebautizó con un título más escandalizante y la distribuyó en el circuito de explotación, prostituyendo las intenciones de los productores originales. Esper vivió lo suficiente ( hasta 1982 ) para ver a "REEFER MADNESS" convertirse en el celebrado símbolo contracultural de desacato a las leyes anti-droga : en 1971 fue descubierta en la Biblioteca del Congreso norteamericano por el líder de NORML ( Organización Nacional para la Reforma de las Leyes
anti-Marihuana ), comprada por él y distribuída en las universidades del país. A partir de entonces, desde que un público joven, urbano, intelectualizado e impúdicamente hedonista, creó un nuevo contexto para la película, re-codificándola para ser leída de una forma completamente distinta a la original ( había que verla estonazo, por supuesto ) , "REEFER MADNESS" conoció el éxito en una magnitud que ni Dwain Esper ni nadie en el circuito de explotación habría podido siquiera soñar. De todas formas, a Esper y a los productores originales jamás se les ocurrió asegurar los derechos de la película por lo que, en pocos años, "REEFER MADNESS" pasó al dominio público, quedando disponible para quien quisiera hacerse de ella, y distribuirla. Pero el ejemplo de "REEFER MADNESS" es atípico: una MALA PELICULA nunca pasa a la conciencia colectiva del "mainstream," excepto como dato, jamás como EXPERIENCIA. Volviendo a la comparación inicial, esta "CiNePaRaFiLiA" ( cuando eso es lo que es, y no un turístico paseo por el lado salvaje) es algo que se HACE, no algo de lo que se tenga que hablar ( o escribir ) mucho. Una MALA PELICULA no tiene valor de novedad --es decir, un buscador de novedades, y los chicos que quieren estar "cool," o un periodista, pueden tolerar una MALA PELICULA durante un tiempo, siempre que esta se les presente como PRODUCTO ( "trash cinema" ) , en un bonito envase y cuidadosamente explicada/marketeada. El cineparafílico, al contrario, hila fino, discrimina, se especializa. El consumidor se atraganta, es un omnívoro incapaz de diferenciar sutilezas. El consumidor NUNCA DESCUBRE, el consumidor depende pasivamente de la información, y a ella debe volver constantemente, para leer la marca que señale el medidor de novedades. El consumidor no VE : se le hace ver.
El MAL CINE, durante la década de 1930, dada la temperatura moral de la época, jugó con el miedo y la seducción del pecado para atrapar la curiosidad patológica de una audiencia que, ciertamente, creía que el crimen no paga, que el vicio siempre debe ser castigado, y otras mentiras, pero que, mientras el mal era definitivamente vencido por la rectitud y la temperancia ( bien al final de la película, y como por cumplir ) , podía pasar un buen momento "pecando por poder." En "REEFER MADNESS" ( '36 ) , "MARIHUANA" ( '36) , "ASSASSIN OF YOUTH" ( '37 ) , o "THE COCAINE FIENDS" ( '35 ) , sus perpetradores podían contrabandear el tipo de material que Hollywood ( estudios mayores y menores ) evitaba como a la lepra, y que era la razón de ser del MAL CINE, esa combinación de transgresión y escarmiento en un espectáculo voyeurista aliviado de cualquier obligación edificante.
El MAL CINE es una manera de VER, como ya hemos dicho, más que un empeño completa y cuidadosamente calculado, por infames que hubieran sido las intenciones del creador ( y lo eran, qué duda cabe ) . En su tiempo, un director como Esper sabía qué tipo de películas llevarle a qué tipo de público, y sabía, además, que la vida efectiva de ellas era muy corta. Podemos estar seguros de que, quienes veían sus películas, nunca las vieron una segunda vez. El potencial íntegro, el destino manifiesto, de una MALA PELICULA se cumple en una segunda vida, a través de esa OTRA mirada, mucho tiempo ( a veces décadas ) después de haber sido concebida. Una MALA PELICULA debe sufrir una primera muerte, ser completamente olvidada, ignorada, por una generación y ser revivida, en el futuro, por la réproba sociedad secreta de cineparafílicos. Discretamente. Esa es la clave final del MAL CINE, y del MAL DE CINE, la llave que abre la puerta invisible al inframundo del peor cine, el gen mutante que hace a unos pocos ojos capaces de VER.
Sabemos que Dwain Esper no fue el primero, pero ahí está, habiéndose ganado un lugar destacadísimo en el Panteón de los Anti-Héroes. Le debemos creaciones que se sostienen por sí solas en un combate rollo a rollo entre las más MALAS de las MALAS PELICULAS, y le debemos el que, posiblemente, "REEFER MADNESS" no haya terminado siendo destruída sin dejar rastro, destino inimaginable de tantas MALAS PELICULAS legendarias, y de las que sólo sobreviven las referencias que transforman a los recuerdo en mitos.
Con cada nueva década, con la llegada de un nuevo público, con el desgaste de sus propias tóxicas ofertas, siempre a la búsqueda de formas imaginativas de rebajar los standards de calidad del medio, el MAL CINE podía contar con la colaboración dedicada de nuevos directores y productores, definiendo otros perfiles, pero conservando el viejo temperamento. Si en los años 30 el énfasis estuvo puesto en señalar cómo es que el pecado, el más ligero desliz permisivo, arrastraba a la inocencia por el fango de la degradación más alucinante ( lo cual siempre es muy divertido de ver ) , el MAL CINE de los años 40, 50 y 60 también sería marcado por el signo cambiante de los tiempos. Las historias de pureza humillada cederían el paso a las aventuras de personajes cada vez más conscientes y libres de elegir el pecado. El basamento moralista encontraba un nuevo maquillaje, o se hacía inconsciente, pero no desapareció. El MAL CINE de los años 60 representa la culminación y el abismo del cine de SEXplotación, lo más lejos y lo más bajo a lo que se pudo llegar antes del sexo explícito. Hasta su último período, antes de caer herido de muerte por la legalización de la pornografía ( sus destinos estaban ligados, después de todo ) a finales de la década, el cine de explotación mantuvo fidelidad a su principio rector : SI EL SEXO VENDE, EL SEXO SUCIO VENDE MEJOR. El MAL CINE más oscuro, degradante, pesimista, perturbado y por lo tanto, más genuino y querido ( por quien esto escribe ), fue aquel que desfiguró el tema sexual y redujo su tratamiento a la grotesca caricatura de la que ahora disfrutamos en sus propios términos. El exhibicionismo de la pornografía "hardcore" es agotador y limitado. El MAL CINE, incapaz, por anárquico e irresponsable, de reducirse a una fórmula ( la pornografía domina su coreografía, sus propios y cuidados tiempos ) , se abandonó a una experimentación espástica y subnormal.
Dr. Vértigo
Le he pedido al Doctor que me permita publicar lo que ha escrito hasta aquí. Tiene mucho material que compartir con nosotros, comentarios, opiniones, recuerdos de extrañas películas e imágenes. El no lo cree, pero yo le digo que talvez existan algunos zombies perdidos por ahí, poseídos por el MAL DE CINE. Para ellos está escribiendo.
-Cairo
Comics que nadie lee/Para un publico que no existe
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2 comments:
menos mal que yo sólo pregunté sobre si viste "flaming creatures" y otros "cinemas of transgression" (o que ya era muy tarde) y no te explayaste, porque el concepto de ver mal cine iba a dejar mi trashyonkismo intranquilo aquella noche...
gracias por ser visto estos días afortunados jefe!
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